jueves, 28 de enero de 2016

Llegada



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Fue inevitable recordar la foto del muro de facebook de la nave nodriza, mis amigos que hace un año atrás habían realizado el mismo trayecto que yo. Ellos fueron los pioneros tripulantes que al bajar del buquebus, seguramente muy emocionados y ansiosos, decidieron hacer una impresión perdurable con el transporte que los había traído al fin a Montevideo.

Llovía mucho en la terminal de Buenos Aires aquel 12 de noviembre. Las ruedas de mis maletas marcaban el ritmo del camino entre las calles de puerto madero, nunca había viajado con tanto equipaje a cuestas y el dolor de espalda ya molestaba lo suficiente para hacer una que otra parada, tomar aire y seguir adelante. Como otro elemento de compañía tenía mi hasta aquel entonces fiel teléfono de generación 0 con radio FM protagonista de mis mañanas de barquisimeto. El día anterior justamente a la salida del aeropuerto Jacinto Lara perdió todos los contactos y señal, al parecer, la partida la causó tanto temor y trauma a mi telefonito que se dejó de dramas y cortó por lo sano toda relación nacional. 

Sin embargo la radio FM funcionaba correctamente y no perdí oportunidad para sintonizar, ya en el asiento del pequeño barco el partido de eliminatorias al mundial. Venezuela perdió frente a Bolivia, el clásico suramericano tuvo que suspenderse por mal tiempo. Lo único que quedaba era la narración, con la pasión característica sureña del Ecuador vs Uruguay... Gooool de Uruguay de pronto gritaban los tripulantes.. terminaron perdiendo el partido los charrúas y ambas oncenas tanto la mía, como la que visitaba cerraron la fecha en derrota. Al menos si me preguntan les digo que ellos tambien perdieron, pensé como respuesta automática para cualquier conversación eventual al llegar.

Todo el tramite de documentos se manejó con total normalidad, incluso el sello casi invisible de mi pasaporte no fue traba para que días mas tarde gestionara mis documentos de residencia entre risas con la funcionaria que amablemente me pedía que me encogiera en la "sisha" porque era muy alto para el enfoque de la cámara. 

Disculpe, le voy a pedir que abra sus maletas por favor....  se cortó totalmente el ambiente, mi cara mostraba una sonrisa nerviosa y balbuceé alguna frase que dio a entender al funcionario de aduana mi nacionalidad caribeña. De donde sos??... Venezuela..  se hizo la presentación en santa sociedad a la respuesta que ha de definirme en los territorios del Río de la Plata. 

No tuve que decir nada más, el Rx de equipaje delataba mis intenciones de estadía las cuales confirmé al señor que me dio la bienvenida. Es curioso como esa maquina de Rx que hurga la maleta de los viajeros para detectar vicios, contrabando e ilegalidades no tiene un par que permita develar las emociones de las personas que cruzan el umbral de metal. En mi caso, sería mucho más difícil de explicar por qué sentía, al mismo tiempo, tanto dolor y alegría que justificar los 4 pares de zapatos de mi bolso.

En toda biografía hay un viaje. El viaje es inherente al curioso, al mundano, al crítico, al ocioso, al que no se conforma. Siempre he dicho que desde la parada del terminal hasta volver a tu casa estas aprendiendo cosas nuevas. Todo esto lo permite el viaje. Es una vía transformadora, una especie de prueba que nos colocamos, a veces de forma placentera, a veces forzada para ver cómo afrontamos nuevos escenarios, cómo nos relacionamos con otros. No en vano dicen los filósofos de Seinfeld que el viaje es todo un " Relationship Killer" un asesino de relaciones, ese temido viaje que hacemos con nuestra pareja para desde ahí hacer un antes y un después ya que conlleva a la convivencia en medios extraños, salir de la zona de confort. Este viaje tiene todos estos elementos, y la relación que se pone a prueba es la mía conmigo mismo.

Un placentero trayecto desde Colonia hasta Montevideo, siempre con mi auricular del telefonito en Fm en el oído, fue el último paso para por fin llegar al lugar por mí escogido mucho tiempo atrás. Las ridículas ganas de mirar por la ventana en aspecto nostálgico y descubridor se hicieron presentes. Ese 12 de noviembre también era el cumpleaños del gran Enzo Francescoli, ídolo de River. Fue una fecha, en resumen, con todos los elementos futbolísticos para recordar. Una fecha para los nietos, para los próximos amigos por conocer, ese día "shegué" al Uruguay.


2 comentarios:

  1. Bien macerada cronica..te felicito.

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  2. "Es curioso como esa maquina de Rx que hurga la maleta de los viajeros para detectar vicios, contrabando e ilegalidades no tiene un par que permita develar las emociones de las personas que cruzan el umbral de metal". Qué bello... qué bonito!

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