jueves, 15 de octubre de 2015

Decision

El sombrero de un mendigo en una calle de Valladolid. | Efe
Google Image. Efe.

Mas allá de lo que en esta época la palabra decidir o indecisión esté definitivamente relacionada con el 6D, en esta oportunidad se trata de si consideramos realmente, si prestamos atención o si hacemos de forma consciente el acto de donar.

La caridad es conocida como una virtud, la forma de expresar nuestro amor al prójimo y de esta manera cumplir con el mandamiento que promete el gozo y la vida eterna. Si observamos a alguien durmiendo en la calle, literalmente una persona en posición fetal a plena luz del día sin ninguna cobija ni pertenencia a su alrededor, es solamente un ser humano quien a falta de un techo decidió echarse a los pies de la sociedad que con cada paso lo hace más invisible ¿qué hacemos? ¿cómo reaccionamos? y lo más importante ¿por qué?.

Sin duda se presentan muchos factores, principalmente los prejuicios que invaden nuestro pensamiento. Algunos justificaríamos inclusive el estado del indigente pues si está así "es por algo", debe tener un familiar, conocido o amigo que lo ayude y si no lo tiene "es por algo". Esta escena se me presentó recientemente. Todos quienes pasamos a su lado luego de un primer vistazo y contados algunos pasos más adelante volteamos para dar crédito a nuestros ojos, me atrevo a decir que todos queríamos asegurarnos de que esa persona al menos estuviera viva.

Cada quién sigue su camino. Ignoro si alguno tuvo reflexiones posteriores al hallazgo cotidiano de la miseria, ignoro si la sensibilidad esta ya tan pasada de moda o antiprogresista que ponerse a pensar en estas cosas sencillamente es perder tiempo valioso para hacer dinero y asegurarnos un futuro diferente al de un indigente. 

El maestro Tenzin Gyatso, Dalai Lama, dice constantemente que la felicidad radica en hacer el Bien a otros, en desarrollar el sentido de la compasión. En su obra "El arte de vivir en el nuevo milenio" reduce al ser humano a dos características fundamentales: todos queremos ser felices y todos queremos evitar el sufrimiento. La compasión, es pues, la herramienta para una mejor sociedad. Con todo eso en mente y, lo que me impulsa a reseñar este hecho, es que no pude tomar una decisión. 

O mejor dicho, decidí no hacer nada. En aquella calle a escasos metros había una alcabala policial, estaba a plena luz del día, había muchísima gente transitando la acera, como un río que se abre paso entre rocas y gente durmiendo en medio. Y me preguntaba: ¿Es la donación un acto de auto complacencia? ¿Al acercarme con dinero o mejor aún con algún alimento, estaría exaltando mi propio ego? ¿Es realmente significativo lo que yo en ese momento pueda hacer con el desamparado?  ¿Tendrá un impacto real más allá de satisfacer una necesidad momentánea? ¿Por qué tendría que hacerlo yo?.

Lo anterior puede parecer al diálogo interno de una adolescente al momento de vestirse, tal vez era solo tomar una decisión y ya. No mirar atrás, no pensar más en ello. Sin embargo pienso que estas acciones deben ser producto de un reflexión que nos permitan ser congruentes con nosotros mismos, que no deje solamente a nuestro estado de ánimo o económico la decisión de ser compasivos ya que constantemente nos encontraremos con la misma situación: en un bus, una feria de las comidas, en la calle. 

<Limosna> en hebreo es <Sadaqah>, es decir, Justicia. Considero que es conveniente tener el término en la mente al momento de decidir que hacer, si la obra que hacemos es realmente justa, si lo hacemos de verdad de corazón y por las razones correctas. Algunos prefieren negarse a dar limosna y en su lugar colaboran en fundaciones por razones de dar mayor sustentabilidad a su donación, pero sin duda el pan que mitiga el hambre de un día es igualmente importante. Ambos casos se deben complementar, la colaboración inmediata y la visión de futuro. Debemos ser protagonistas de al menos uno de ellos.


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