¡Estamos Hartos del Pueblo!. Hablan los Políticos.

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Murmullo condensado en tono de lamentos. Suaves y cómodos cojines albergan la humanidad de quienes comparten tragos de escocés mientras alguien advierte el retraso de otro señalando los 18k bañados en oro que ostenta su muñeca izquierda. 

-Bueno, bueno, demos inicio a nuestra reunión. Ya el que vaya llegando se va incorporando-  dijo la persona a cargo. Comenzó con su discurso rutinario: cuantos embarques ingresaron exitosamente al país llenos de la mitad de la mercancía ordenada y la otra mitad, en divisa extranjera, bien distribuida en las cuentas suizas e islas del Caribe. Alguien mencionó el caso de un "camarada" que necesitaba ayuda pues esta siendo víctima de una investigación. Continuaban entre consejos para disminuir a sus contrincantes y recomendaciones de artistas disponibles para los 15 años de la primogénita.

- Mételo en una partida ahí y listo- Sugirió el gobernador experto a su aprendiz de alcalde.

Ya era hora de abrir la segunda botella cuando sonó la puerta. Luego de un breve intercambio de palabras, finalmente el director de la reunión anunció:

- ¡Llegaron las encuestas!

Aumentó la densidad de la atmósfera, algunos conformaron grupos aparte, como si no confiasen plenamente entre ellos. No pasó mucho tiempo para que algunas discusiones rompieran en empujones y amenazas. Aquel ambiente era insufrible.

- ¡Yo no se que coño es lo que quiere la gente!- Exclamó a voz en cuello el Director. Pasó su pequeño peine entre las canas alborotadas.-¡Estamos hartos del pueblo!- 

Comenzaron a discutir, tal cual grupo de terapia, los males que sufren por ser ellos quienes llevan las riendas del país que les regaló el pueblo. Más de uno advertía los sacrificios que tuvo que hacer: cargar carajitos, tomar agua sucia de los barrios, prometer a la gente que colocaría un nuevo poste de luz aún cuando él mismo sabía que eso no estaba dentro de sus atribuciones. 

- Es que el pueblo pide mucho y de paso pide cosas innecesarias- Comentaba aquél quien recordó que en plena campaña electoral fue a un pueblo donde no existía ni un hospital ni una escuela para la comunidad. En una asamblea con los ciudadanos, éstos lo único que le exigían al flamante hacedor de promesas era la construcción de una plaza "para poder echar cuentos".- No tenían nada, y me pidieron una plaza. Quién los entiende-.

- Son unos pedigüeños- Exclamó el padre de la quinceañera,- el pueblo sólo quiere que le entreguemos algo. Hay que tener cuidado de satisfacerlos pero poco a poco, porque si te piden una casa y se las construyes, al otro día te van a pedir el carro- Estallaron en risas. Ellos hacían inventario de las quejas que tienen hacia el pueblo que gobiernan. Apuntaban que en 1998 la gente no creía en la política, que era algo sucio, corrupto, feo, pavoso. Recordaban el desprestigio que tenía el soberano hacia los partidos políticos. Desprestigio elevado a la enésima potencia por todos los medios de comunicación. Ellos se felicitaban por haber escuchado aquellas plegarias de los habitantes del país: no más partidos políticos, queremos un hombre que ponga carácter, alguien que venga a salvarnos.

- Nosotros le dimos lo que querían- Se consolaban. - Ahora vamos mal en las encuestas otra vez- Se lamentaban. Volvieron a sus asientos cómodos e idearon un plan para revertir los resultados. La consigna de todos ellos era simple: encontremos algo que quieran pero que realmente no necesiten, total, nunca nos piden que rindamos cuentas, tienen muy mala memoria y muy pocos son capaces de organizarse para hacer algo por su comunidad. Ellos nos necesitan, ni ellos mismos hacen el trabajo que nos piden a nosotros. Quieren que seamos unidos pero no les hablan a sus familiares, no quieren que robemos pero se revenden lo que sea al porcentaje más alto, nos exigen que supervisemos pero no saben que tarea les puso la maestra a sus hijos, quieren que seamos inteligentes y su biblioteca está llena de las aventuras de Condorito. 

- Muchachos, estemos tranquilos. Ya hallaremos la solución para subir las encuestas. Mientras el pueblo sea lo contrario a lo que nos piden. Seguiremos siendo Reyes- Concluyeron al unísono mientras abrían la otra botella.